Aún más cuentos o el vicio de la escritura

Asteroide interestelar

Hace pocas semanas, el 19 de octubre para ser exactos, astrónomos del observatorio de Haleakala en Hawaii descubrieron, el que ahora se considera, el primer asteroide interestelar observado por la ciencia moderna. El objeto de extraña apariencia ha pasado, en su mayor acercamiento a nuestro planeta, a una distancia de unos 30 millones de kilómetros, aproximadamente la quinta parte de la distancia Tierra-Sol, unas 85 veces la distancia Tierra-Luna. Ha sido etiquetado como 1I/2017-U1 y bautizado como Oumuamua. Los astrónomos han podido determinar su procedencia alienígena por la trayectoria y velocidad del objeto. Proviene, desde más allá de la nube de Oort, de la dirección de la estrella Vega en la constelación de Lira. Ha descrito una hipérbola alrededor del Sol alcanzando su perihelio el pasado 9 de septiembre. Su trayectoria es perpendicular a la eclíptica. Por la gran velocidad que muestra cruzará la órbita de Júpiter en mayo de 2018 y la de Saturno en enero de 2019, aunque tardará unos 20 mil años más para abandonar la influencia del Sol. Este asteroide que penetró la heliosfera antes de la invención de la escritura se acaba de hacer presente en nuestro vecindario hace apenas unas semanas y habrá salido de él dentro de otras pocas.

Démonos permiso para que nuestra imaginación vuele libremente por unos segundos. Hace millones de años, tal vez 75, una estrella gigante roja, habiendo agotado el hidrógeno que en fusión nuclear formaba helio, entró en fase de colapso. Las reacciones termonucleares en su interior fueron incapaces de sostener la presión de degeneración de los electrones. La estrella se contrajo repentinamente y en sus entrañas se formó un vacío esférico entre el corazón de la estrella y sus capas exteriores. El corazón super-compactado se convirtió en una masa de neutrones de grandísima densidad. La fotodesintegración y la fusión de protones y electrones aceleraron el hundimiento de las capas exteriores a tal ritmo que el flujo de neutrinos se tornó explosivo provocando, en cuestión de horas, la liberación instantánea de una gran cantidad de energía. Una supernova nació. Millones de toneladas de material, principalmente polvo y gas, fueron expelidas. Quizás fue así como nació nuestro curioso visitante que parece más una gigante estalactita que un asteroide. Tiene unos 400 metros de longitud y 40 de ancho. Oumuamua abandonó su vecindario natal en la constelación de Carina cuando los dinosaurios aún campeaban la Tierra y se embarcó en una travesía para cubrir en 75 millones de años una distancia de 8 mil años luz hasta alcanzar nuestro sistema solar. Ahora abandonará nuestro hogar para proseguir rumbo a la constelación de Pegaso, pues su viaje aún no ha terminado.

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