Aún más cuentos o el vicio de la escritura

Pigmalión

¿Habrá, el lector, alguna vez cruzado camino con un ser pigmalión? Este es un término surgido del relato romano de Publio Ovidio Nasón que aún no existe en el diccionario de la Real Academia de la Lengua. Ovidio escribió sobre una leyenda griega de un rey chipriota que cansado de buscar a la mujer perfecta decidió cincelarla, él mismo, en piedra. Ninguna de sus esculturas alcanzó el cometido hasta que un día esculpió una tan bella que decidió otorgarle nombre. Ella se llamó Galatea. Se enamoró perdidamente de su obra. Mas la escultura no hacía más que devolver tiesas miradas a su creador. Pigmalión rogó con lágrimas a Afrodita para que intercediera en sus aflicciones. Inducido por la diosa, una noche Pigmalión soñó que, al tocar a su escultura, en lugar del frío mármol, percibió, bajo sus dedos, epidermis suave y pulsaciones tras la tibia piel. Incrédulo y conmovido despertó. Corrió hacia la estatua y, sorprendido, encontró junto a ella a la diosa Afrodita. "Ámala y defiéndela del mal", pronunció la diosa. Cuando Afrodita desapareció, Galatea cobró vida. Por cierto que este relato de Ovidio fue la inspiración para la obra teatral de George Bernard Shaw de nombre Pygmalion que luego fue llevada a la pantalla cinematográfica como "My Fair Lady".

Mas decía que existen entre nosotros seres pigmalión. Mi padre, creo, fue uno de ellos. He observado conductas y actitudes de mi padre en mis hermanos y en mi madre; también las he presenciado en mi esposa, en mis hijos y en mi yerno. Por ello sé que ellos existen; los seres pigmalión son esas personas que misteriosamente influyen para que a su alrededor todos parezcan y actúen como mejores personas. Son esos seres que sonríen cuando llueve aún cuando no porten paraguas. Son esos individuos que encuentran la gracia y la esperanza en cada situación de la vida incluso en las trágicas. Ellos hacen sentir inteligentes al resto, los hacen sentirse alegres, confiados, valientes, comprendidos. Son esas personas que parecen todo el tiempo estar enamoradas. Y lo están... de la vida, de sus familias, de los problemas, de los fracasos, de los retos, de quienquiera que esté en su cercanía. Son quienes, a pesar de todas las vicisitudes, mantienen positivas sus expectativas. Son esos individuos que no pierden el buen ánimo a pesar de todos los contratiempos. Son las Ana Frank del mundo, son los Sócrates, las Teresa de Calcuta, son los Viktor Frankl, los Jesucristo, los Mahatma Gandhi. Son los individuos que han trascendido las cadenas de causas y efectos y pueden torcer la realidad a su antojo. Son capaces de convocar a Afrodita y ordenarle cómo proceder. Ellos son el siguiente paso en la evolución humana. Aspiro, algún día, llegar a ser uno de ellos o, por lo menos, convertirme en exiguo imitador de sus conductas.


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