Aún más cuentos o el vicio de la escritura

El plato roto

Ayudaba a mi esposa a presentar unos deliciosos chiles en nogada que ella había terminado de cocinar. Ella había colocado el chile en el centro del plato de cerámica blanco que yo acababa de entregarle. Luego procedió a bañarlo con la nogada como había hecho con el anterior. La nogada tocó la cerámica y, sorpresivamente para ambos, el plato se partió en varios fragmentos.

―¿Por qué se rompió?― Preguntó Guadalupe desconcertada.

―Diferencia de temperaturas; el material se contrajo de manera irregular provocando la ruptura―, pretendí explicar.

―¿Por qué no se rompió el anterior plato?― Preguntó entonces mi esposa.

―Seguramente este plato tenía una fisura que lo hacía más frágil―, respondí.

―¿Tú viste alguna fisura en el plato? Porque yo no vi ninguna―, cuestionó ella.

―Tal vez, se trataba de una fisura interna. Un defecto del material que no alcanzaba la superficie. No la veíamos, pero ahí estaba, oculta en el interior del plato―, quise explicarnos.

Kintsugi es una técnica utilizada por los japoneses para reparar mediante resina espolvoreada con oro las fisuras expuestas de la cerámica. Esta técnica forma parte de una filosofía que considera que las roturas de un objeto son parte de su historia y deben mostrarse con dignidad y jamás ocultarse; pues un objeto con historia es más valioso que uno que no la posee. Kintsugi, sin embargo, es incapaz de reparar fisuras ocultas por obvias razones. Mi esposa posee varios objetos reparados con esta técnica que expone con orgullo. Ella dice que prefiere mostrarlos reparados que prescindir de los recuerdos que le evocan. A pesar de todo, nuestro plato roto se fue a la basura. No valía el esfuerzo para intentar reconstruirlo. Rescatamos por supuesto el delicioso chile en nogada y nos sentamos a disfrutarlos.

Al día siguiente, desperté alrededor de las cuatro de la mañana para percatarme que mi esposa estaba despierta.

―¿Por qué no duermes, tuviste algún mal sueño?― Pregunté.

Ella entonces, me compartió la siguiente reflexión:

―Somos las personas y las relaciones entre las personas como los platos de cerámica. Desarrollamos y desarrollan fisuras por el trato cotidiano. Por haber actuado mal contra nuestro prójimo o por haber recibido un maltrato de nuestros seres queridos. Esas fisuras quedan ahí, para siempre. No podemos ignorarlas. Aún cuando alcancemos el perdón, aún cuando lo otorguemos sinceramente, esas llagas, esas fracturas permanecerán en nosotros. Y no es prudente ni sabio pretender olvidarnos de la experiencia emocional, pues ellas son enseñanzas. Pero estamos obligados a evitar que tales fisuras se vean expuestas a los cambios bruscos de las circunstancias. Conseguimos esto reparándolas amorosamente, antes de que la rotura se extienda y antes de que se convierta en una fisura oculta. ¿Cómo se reparan? Primero, reconociendo el daño recibido o el infligido. Después, regalando buenas acciones al transgresor o al ofendido para sanar el dolor involucrado. Pretender que quien nos ofende se percate de su ofensa y ofrezca disculpas no sólo es infructuoso; sino, aún consiguiéndolo, estéril. Pretender que quien ofendimos alcance la satisfacción sólo por nuestro ofrecimiento de disculpas es igualmente infructuoso y estéril.

Considero, y ella estuvo de acuerdo conmigo, que, a diferencia de nuestro plato roto, muchas de las relaciones entre las personas sí merecen el esfuerzo de ser reparadas.


© 2017 cortesramondx. Todos los derechos reservados.
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar