Aún más cuentos o el vicio de la escritura

Virus contra el cáncer

Escribo este cuento enfermo de gripe.

Mientras estudiaba la escuela superior, trabajé en una casa editorial de libros académicos. Me desempeñaba como corrector de pruebas tipográficas. Recibía para revisar largas galeras que eran tiras de papel impresas por las planchas con los tipos que se ensamblaban para el tiraje de los libros. Debía leerlas prestando suma atención a las palabras aunque no a las ideas expresadas. Tenía que estar atento para encontrar en el texto posibles errores ortográficos, tipográficos y de sintaxis y formato. Trasposición, tergiversación y omisión de letras, de palabras y de enunciados eran el objetivo principal de mi búsqueda. No era yo la única persona que realizaba tal tarea, cada galera era leída por al menos dos correctores y con frecuencia tres. Acostumbrado a crear imágenes con las ideas esbozadas por los párrafos, padecía de algunos problemas obligando a mi concentración a dirigir sus esfuerzos únicamente a las palabras y los caracteres. Contaba con el auxilio de diccionarios y, cuando se trataba de traducciones, con el documento del traductor. Mejoró muchísimo mi ortografía con aquel empleo.

Una de mis participaciones que mejor recuerdo consistió en la revisión del texto traducido de un libro sobre microbiología. Lo recuerdo particularmente, pues fue en este texto donde encontré la omisión de un párrafo completo. Hallazgo que me granjeo el respeto de mis compañeros de trabajo, pues tal omisión había sido generada desde el momento de la traducción. Lo logré, precisamente porque no conseguí enfocarme sólo en las letras y las palabras; las ideas en mi cabeza reclamaron haber tropezado con una laguna. Esta microbiología es el único libro sobre el tema de los gérmenes que he leído hasta ahora y, sin embargo, estoy casi seguro que no fue en él donde leí sobre la teoría de los virus contra el cáncer. La teoría, o hipótesis pues ya no recuerdo que tanto se había avanzado sobre la mentada investigación, consiste en que del mismo modo como la radiación y la quimioterapia matan a las células cancerígenas atacando por igual a células sanas, así también los virus realizan una labor de poda. A partir del momento en que conocí de tal investigación me propuse a mí mismo no evitar enfermarme de gripe, influenza, herpes, ni ninguna otra enfermedad viral; aunque, por supuesto, no busco contagiarme deliberadamente. Si alguno de estos padecimientos llega, dejo que se desarrolle sin pretender, mediante medicamento alguno, entorpecer sus ciclos de evolución. Cuando alguien se entera de que me encuentro padeciendo cualquiera de esos males y me pregunta qué estoy tomando para contrarrestarlo, yo respondo que nada. La persona me mira con indulgencia como si estuviera hablando con alguien de la edad media. Yo sonrío y agrego que no me gustan las medicinas y para mis adentros me digo que seguramente esa persona ha leído menos sobre microbiología que yo. Ya será el tiempo quien otorgue la razón, pues tanto mi padre como mi abuelo fallecieron de cáncer.

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