Aún más cuentos o el vicio de la escritura

Colisión de estrellas neutrónicas

Un instruido lector, que dice haberse identificado con el cuento de las primeras proezas (1), escribió un correo que me ha hecho recordar una afirmación de mi padre: "Todos somos genios. Algunos lo son para aprender por sí solos, otros para absorber lo expuesto por el maestro; unos lo son para la economía, otros para la literatura, las artes, la música, la medicina. Sólo es cuestión de descubrir para qué somos buenos." En mi caso, yo soy bueno para concebir escenarios fantásticos. Mi imaginación es, como decía Voltaire, "la loca de la casa".

El pasado 17 de agosto, a las 10:30 UTC, el detector LIGO en Hanford Washington, el detector LIGO en Livingston Luisiana y el detector Virgo en Cascina Italia coincidieron en detectar la señal transitoria de una onda gravitacional. La ondulación de la malla del espacio-tiempo provino de la dirección de la galaxia NGC4993 en la constelación de Hidra. Esta galaxia se encuentra a 130 millones de años luz; la colisión, sin embargo, ocurrió a una distancia de 1800 millones de años luz determinada por la luminosidad del objeto. La noticia se difundió, de inmediato, a un consorcio de centros científicos que orientaron sus telescopios terrenos y espaciales en la dirección del acontecimiento. Setenta telescopios y detectores, entre ellos el Hubble, el Fermi de la NASA y el Integral de la ESA captaron el estallido de rayos gamma e imágenes en luz visible, rayos X, radio, luz infrarroja y neutrinos. Los actores de esta espectacular kilonova (explosión mil veces más intensa que una supernova) que en principio se consideraba eran agujeros negros, ahora se considera fueron estrellas neutrónicas por la cantidad de energía electromagnética recibida. De haberse tratado de agujeros negros, se especula, este tipo de energía no habría abandonado aquel vecindario. La onda gravitacional ha llegado hasta nosotros al mismo tiempo que la luz. Probando como válidos dos conceptos de la física: primero, existen las ondas gravitacionales como fue predicho por la teoría general de la relatividad y segundo, no hay nada en el universo que viaje más aprisa que la luz. Más éxitos para Einstein.

Esta noticia ha sacudido mi modelo personal del universo. Tendré que revisar mis conjeturas. Yo imagino (aún) un universo con una física de pares de fuerzas, cada par presenta una polaridad particular. Así existe un par de polaridad cero formado por la fuerza nuclear fuerte (responsable de mantener reunidos los núcleos de los átomos) y la fuerza nuclear débil (la que permite a partículas abandonar tales núcleos en la desintegración beta). Un par de polaridad uno formado por la fuerza de gravedad (aquella que hace caer a las manzanas) y la fuerza exégira (léanse los cuentos de la Fuerza exégira (2)). Un par de polaridad dos formado por la fuerza eléctrica (la que eriza nuestros cabellos) y la fuerza magnética (causante de la alineación de las brújulas). Las partículas cuánticas, aquellas no ligadas con las fuerzas, surgen de la polaridad tres. En la polaridad cuatro se encuentran las partículas supra-cuánticas (mis cuadriones). Todas las fuerzas y las partículas se propagan en el espacio como campos (como esferas o círculos que se hinchan progresivamente para volver más tarde a reconcentrarse) de la misma forma como se expande el universo (el que tal vez, luego, vuelva a encogerse). Creía yo que el producto de la velocidad de propagación de cada par particular y su intensidad era constante. Así entonces la fuerza de gravedad y la exégira que resultan ser las fuerzas menos intensas deberían ser las más rápidas. Esta constante nos habría permitido escapar de la inexorable prisión espacial de la que somos cautivos. Los objetos en el universo están tan distantes unos de otros que jamás veremos platillos voladores alienígenos invadiendo nuestros cielos. Eso es un alivio, pero no lo es si el lector cree, como yo, que con el progreso científico y tecnológico también se fragua una evolución humana.

(1) Mis primeras proezas.

(2) Fuerza exégira - Parte 1, Universos convergentes.

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